Inició su aprendizaje pictórico en el taller del pintor Domenico Ghirlandaio. Estudió las obras de pintores como Giotto y Donatello. Una de sus primeras obras es La Sagrada Familia. En 1504 se le encargó la Batalla de Cascina, pero no llegó a acabarlo porque marchó a Roma a realizar su gran obra encargada por el Papa Julio II: La Capilla Sixtina |
El Papa Julio II mandó decorar la bóveda de la Capilla Sixtina a Miguel Ángel en 1508. Este, que no se sentía pintor, intentó rechazar la oferta del Papa, pero ante la insistencia de este y su necesidad de ingresos aceptó. Miguel Ángel era bastante inexperto en la pintura, pues había estudiado la técnica del “fresco”, pero no lo había llegado a poner en práctica, y menos en tales dimensiones.
Una vez aceptado
el trabajo, Miguel Ángel cambió los diseños, pues le parecían pobres. En junio
de ese año, él mismo rediseñó los dibujos y dobló el número de figuras
y de detalles en la bóveda.
Sus problemas
empezaron ya con el andamiaje que le proporcionó el Papa, ya que dañaban el
techo. Consiguió que le permitieran utilizar su andamiaje propio.
Una vez iniciada la pintura, tuvo que ir con mucho cuidado y trajo ayudantes
florentinos, pues el fresco es una técnica que no permite errores y la parte que
se empiece un día debe ser terminada ese mismo día, porque en cuanto seca no
absorbe nueva pintura.
Sus primeros
resultados fueron decepcionantes y la técnica no funcionó, pues la
pintura se empezó a desquebrajar y aparecieron mohos. Miguel Ángel tuvo que
reemplazar toda la pintura, y fueron unos meses muy complicados, hasta que
consiguió dominar la técnica.
Cuando eso
sucedió, prescindió de sus ayudantes y se embarcó en la aventura solo. Trabajó
durante 4 años y medio sin parar, día y noche. El Papa estuvo enfadado
por la tardanza, e incluso se dice que le amenazaba con tirarle del andamio, y
que llegó a pegarlo con un palo.
Miguel Ángel acabó su grandiosa obra y fue inaugurada el 31 de octubre de 1512
Sus últimas obras pictóricas fueron La Conversión de San Pablo y El Martirio de San Pedro para la Capilla Paulina, en el Vaticano.
EL MARTIRIO DE SAN PEDRO
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